Este último viernes fuimos a ver el ballet La
Cenicienta al Teatro Colón.
Para empezar visitar el Teatro Colón es una
experiencia espectacular que vale la pena vivir aunque sea una vez en la vida.
Recorrer sus salones, en especial el Foyer y
el Salón Dorado, dejarse deslumbrar por
su cúpula, las luces y los palcos de la Sala Principal, el telón de fondo,
chusmear el foso con la orquesta, son todas experiencias únicas.
Y con relación al ballet, este estuvo muy
divertido, con una Cenicienta en una versión muy moderna con una madrasta muy
particular. Pero definitivamente lo que más me gustó fueron los trajes,
increíbles, la verdad una felicitación de mi parte al área de Sastrería del
Teatro Colón y al diseñador de vestuario.
También me gustó mucho una de las bailarinas
que hacía el papel de una de las hermanastras muy histriónica y a su vez
perfectos sus movimientos.
Para destacar la presencia de los más
chiquitos, los estudiantes de ballet en el rol de los angelitos y obvio los
personajes principales de Cenicienta y el Príncipe. Y como siempre la
escenografía impecable.
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